Visita del papa Francisco en Kinshasa (RDC)

El Papa Francisco ha sabido conectar muy bien con la gente, con sus 86 años y su silla de ruedas no ha desaprovechado el tiempo y en estos 4 días de estancia en Kinshasa parece que no ha tenido ni necesidad de descansar, quería verlo todo y escuchar a todos.

La llegada fue espectacular, no sé de donde salió tanta gente, durante los 25 Km. que separan el aeropuerto del Palacio de la Nación, una gran aglomeración le estaba esperando, ni un metro tan siquiera estaba vacío. Verdaderamente la gente le esperaba, agitaban banderas, camisetas…lo que fuera y le cantaban cantos de bienvenida. Era la esperanza de los pobres, necesitados de paz y de consuelo.

En el Palacio presidencial se encontró con los dirigentes del país. Desde hace meses este país es víctima del resurgimiento del grupo armado M23, que ha conquistado amplias franjas del territorio, dejando muerte y horrores a su paso. La situación económica es precaria para la mayoría de los habitantes de Kinshasa, especialmente para los jóvenes, que esperan que el mensaje del Papa repercuta en sus dirigentes. Es un país rico en cobalto, cobre (en el sureste, en Katanga), también litio, que aún no se ha explotado. Más al norte, donde ahora hay guerra, hay coltán, casiterita, pero también tierras raras, sobre todo donde está ahora el M23. El mensaje del Papa fue claro y fuerte “No toquen la República Democrática del Congo, no toquen el África. Dejen de asfixiarla, porque África no es una mina que explotar ni una tierra que saquear. Que África sea protagonista de su propio destino ».

El encuentro con los jóvenes y catequistas fue masivo, llenaron el estadio. También se reunió con sacerdotes y religiosos/as, y con una delegación de las víctimas de los horrores y matanzas, personas mutiladas, que habían perdido sus familias y todo lo que poseían. Estos con gran serenidad le fueron contando los hechos y se comprometieron a perdonar a sus agresores. Escuchó sus testimonios, estuvo visiblemente conmocionado, “no hay palabras, dijo, solo se puede llorar, quedándose en silencio”. “Y dirigiéndose a todas las personas » y a « todas las entidades internas y externas que mueven los hilos de la guerra en la RDC », el Papa les pidió escuchar « el grito » de la sangre de las víctimas inocentes.

Por último celebró la Eucaristía en el estadio de los Mártires con todos los cristianos que son la gran fuerza, gente que sabe lo que es luchar para enfrentarse cada día a la realidad dura de la vida.

En estas fotos se ve la pasarela encima de la carretera que cruza el mercado de la libertad, que la gente no utiliza jamás, prefieren correr entre los coches para cruzar y este día ha sido de gran servicio, muy apreciado por los vecinos.

              La otra foto es la imagen que utilizó el Papa Francisco para hablar con los jóvenes: los cinco dedos de la mano: oración, Comunidad, honestidad (no entrar en la corrupción), perdón, servicio.

              A los sacerdotes y religiosas/os, nos dijo: “la paz esté con vosotros, es más que un saludo, es un envío”. Cristo es nuestra paz, el mal no tiene nunca la última palabra” Decía que Jesús siempre nos asombra, cuando estamos a pique de morir nos anuncia la vida, por ello no podemos permitirnos ni la tristeza, ni la resignación ni el fatalismo. Propuso 3 fuentes para cultivar y conservar la Paz.

              1ª fuente: el perdón: Jesús sufre contigo, ve las heridas que llevas dentro.

              2ª fuente: la comunidad: Jesús reúne a todos, les habla en plural. No hay cristianismo sin comunidad, no hay paz sin fraternidad. La humildad es la grandeza del cristiano, la fraternidad su verdadera riqueza.

              3ª fuente: La Misión: “Como el Padre me envió, yo os envío a vosotros”, Estamos llamados a ser misioneras de la Paz. Llamadas a ser conciencia de paz, no solo conciencia crítica, sino sobre todo testigos del Amor.

              Por la mañana el avión azul destino Sudán, pasó a pocos metros por encima de nuestras cabezas, porque estamos muy cerca del aeropuerto. Fue el adiós agradecido de muchos que levantaron las manos y la mirada para decir adiós. “Papus” oíamos decir a nuestros vecinos.

             Catalina LLabrés ha

             

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