Poner el rostro al pobre

Ponemos numerosas imágenes que nos revelan la pobreza de nuestra sociedad ; personas, ropas, calles, edificios…
Comenzamos escuchando o cantando la canción- los pobres.

Los pobres

« Cada vez que lo hicisteis con uno de estos, mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis »

(Mt 25,40).


Jesús no tuvo miedo de identificarse con cada uno de los pobres . El Dios que Jesús quiso revelar es el de un Padre generoso, misericordioso, inagotable en su bondad y gracia, que ofrece esperanza sobre todo a los que están desilusionados y privados de futuro Una esperanza que nace de la confianza en que Dios está al lado de sus hijos e hijas, acompañándoles y protegiéndoles, pero que otros que se llaman hijos de Dios, se colocan hoy a su lado para poder visibilizar y construir el futuro diferente y para hablar con obras y según la verdad.


ESCUCHAMOS LA PALABRA DE DIOS
Lectura 1 Jn 3, 14-18


Silencio para meditar y luego compartir la Palabra
pongamos rostro :
“Estas personas tienen rostro, historia, nombres, y a veces se les rechaza y « son vistos, por algunos, como una amenaza o gente incapaz, solo porque son pobres », dice el papa
¿ Tenemos rostro nosotros para los pobres ?
¿ Quiénes son los pobres para nosotros ?
¿En qué situaciones concretas y cotidianas hacemos visible el « cada vez que lo hicisteis a con uno de estos, mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis » (Mt 25.40) ?

Seguimos preguntándonos.


Se necesitan testigos de la esperanza en el contexto de la cultura del consumo y del descarte. Una esperanza que se comunica a través del consuelo y se realiza acompañando a los más pobres en sus procesos de desarrollo, algo que va más allá de la mera asistencia. 


Los pobres necesitan nuestras manos para levantarse, nuestro corazón para sentir el calor del afecto y nuestra presencia para superar la soledad. La condición para ser evangelizadores coherentes es « sembrar signos tangibles de esperanza.


El encuentro con los pobres es salvífico : « ellos nos salvan porque nos permiten encontrar el rostro de Jesucristo ». ( mensaje del papa en la III jornada de los pobres)


Rezamos juntas parte del salmo 9


Alabaré al SEÑOR con todo mi corazón.
Todas tus maravillas contaré ;
en ti me alegraré y me regocijaré ;
cantaré alabanzas a tu nombre, oh Altísimo.

Porque tú has mantenido mi derecho y mi causa ;
te sientas en el trono juzgando con justicia.
Has reprendido a las naciones, has destruido al impío,
Pero tu, SEÑOR permaneces para siempre ;
has establecido tu trono para juzgar,
y juzgarás al mundo con justicia.

Tu serás, SEÑOR baluarte para el oprimido,
baluarte en tiempos de angustia.
En ti pondrán su confianza los que conocen tu nombre,
porque tú, oh SEÑOR, no abandonas a los que te buscan.

Cantad alabanzas al SEÑOR, que mora en Sión ;
proclamad entre los pueblos sus proezas.
Porque no olvida el clamor de los afligidos.
Oh SEÑOR, ten piedad de mí ;
tú que me levantas de las puertas de la muerte ;
para que yo cuente todas tus alabanzas.

El SEÑOR se ha dado a conocer ;
ha ejecutado su juicio.
Pero el necesitado no será olvidado para siempre,
ni la esperanza de los afligidos perecerá eternamente.
Levántate, oh SEÑOR ; no prevalezca el hombre ;
sean juzgadas las naciones delante de ti.
Pon temor en ellas, oh SEÑOR ;
aprendan las naciones que no son sino hombres.

Presentamos los rostros de nuestros hermanos ante el Señor

Escribimos el nombre de un pobre, sino sabes su nombre, el lugar donde lo solemos encontrarlo, algo que nos haga identificar su rostro, por quien estamos intercediendo. Lo decimos en alto y dejamos nuestra intercesión en los carteles que ambientan la oración.


Terminamos este encuentro de oración rezando juntos con la plegaria de Marcelo a. Murúa que comparte la esperanza

Te comparto mi esperanza

Te comparto mi esperanza
de esperar cada momento
con la misma fuerza y ganas
de la primera mañana.
Ofrecer siempre las manos
abiertas y no cerradas,
saber entregar amor
a través de la mirada.

Aprender a dar la vida,
compartir la espera larga,
al lado de los que sufren
hacer la fe solidaria.

Soñar con las utopías,
vivir para realizarlas,
luchando por los ideales,
y la justicia sumarla.

Saber caminar con otros
en lucha comunitaria,
para que todos los hombres vivan
una vida más humana.

Vivir para los demás,
como nos mostró Jesús,
hasta entregarnos su vida en lo alto de una cruz.

Vivir mirando las cosas
con la mirada de Dios,
para hacer un mundo nuevo
de Justicia, Paz y Amor.

No creas que será fácil
caminar este camino
pero las crisis ayudan
a ir descubriendo el sentido.

El Evangelio te muestra
cómo no errar el camino,
de veras, vale la pena
a Jesucristo seguirlo.

Te comparto mi esperanza
de empezar cada momento
con la misma fuerza y ganas
de la primera mañana.

Marcelo A. Murúa

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