Epístolas Paulinas y Carta a los Hebreos: el Cristo Cósmico

La teología de la Sabiduría de Dios ha contribuido a la visión cósmica del Cristo Resucitado. Los Himnos en el Nuevo Testamento (Hebreos 1, 2-3; Col. 1, 15-20; 1 Cor. 8, 6) repiten el mismo tema, que “es a través de Él, la imagen de Dios, que todas las cosas vienen a la existencia, Él sostiene a todos por sí mismo, ya que cada uno es bueno, único e interdependiente y serán liberados, transformados (Romanos 8:21) y restaurados en y  a través de Cristo-Sabiduría, el ícono del Dios invisible. Todo el proceso de la creación del universo está direccionado hacia el evento Cristo, Cristo la fuente (Él es antes que todas las cosas) y la meta (en Él todas las cosas subsisten)”.78

Estos textos hablan de la preexistencia y de la absoluta trascendencia del Dios viviente, panenteísmo, (Dios es en el cosmos y el cosmos es en Dios), la inmanencia permeando, la divinidad que penetra el universo entero, así que “cada parte existe en Él y Él/Ella es también la fuerza creativa que mora en el corazón del mundo, sosteniendo cada momento de su evolución”.79 Dios trascendente, aún íntimamente, en y alrededor de nosotros, siendo aquel en quien nosotros (el cosmos) vivimos, nos movemos y somos” (Hechos 17:28).

Como elocuentemente escribe Walter Kasper: “Dondequiera que la vida irrumpe y viene a la existencia; en todas partes esa nueva vida hierve y burbujea e incluso, en forma de esperanza, dondequiera que la vida está
 violentamente devastada, estrangulada, amordazada, moribunda; donde existe la verdadera vida, ahí el Espíritu de Dios está haciendo su trabajo”.

Mary Cecilia Claparols

“Hacia una Eco-Asunción”

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