Hay una canción de Drexler que se llama « Movimiento ».
https://www.youtube.com/watch?v=lIGRyRf7nH4
A mi entender dice bien cómo riman Movilidad y Humanidad a lo largo de nuestra historia. Las migraciones forman parte de nuestra esencia, de nuestro ADN:
“Somos una especie en viaje. No tenemos pertenencias, sino equipaje.
Nunca estamos quietos, somos trashumantes.
Somos padres, hijos, nietos y biznietos de inmigrantes.
Yo no soy de aquí; pero tú, tampoco.
De ningún lado del todo y de todos lados, un poco.
Lo mismo con las canciones, los pájaros, los alfabetos, si quieres que algo se muera, déjalo quieto”.
Las canciones, los poemas tienen esa capacidad de decir cosas ciertas hermoseándolas.
El papa Francisco también tiene esa capacidad.
Parte de dos premisas:
- La dignidad inalienable, incontestable, incondicionada de toda persona (cf FT 22)
- El destino común de los bienes de la tierra (cf FT 124)
Y de la certeza, una certeza de fe, de que todos familia: somos hermanos y hermanas ( cf FT 128)
No hace falta más para cambiar el mundo.
En este mundo nuestro que dice regirse por el principio de la eficacia, deberíamos ordenar todas nuestras acciones, también las económicas, al bien común. Eso nos proporcionaría la verdadera eficacia.
Muhammad Yunus, Premio Nobel de la Paz (2006) y desarrollador de los microcréditos dice en uno de sus libros: “fuimos educados en la creencia de que el crecimiento económico es una marea creciente que levanta todos los barcos” Esa imagen-explica- ignora a la gente que se aferra a una balsa o no tiene barco alguno. La marea creciente, en su caso, sólo les ahogará.
El sistema capitalista es capaz de producir un número creciente de bienes y servicios pero lo hace con un uso irresponsable de los recursos y además distribuye muy mal y produce desigualdad. Desigualdad creciente.
La inequidad afecta a la vida de todos y todas desde lo económico hasta el favorecimiento de relaciones de exclusión. Como leemos en la encíclica “la inequidad y la falta de un desarrollo humano integral no permiten generar paz” (FT 235)
En estos últimos años especialmente en lo que llevamos del siglo XXI, que cuenta en su haber con dos grandes crisis, la economía explora nuevos capitalismo que incorporen dimensiones éticas, ecológicas, redistribitivas… tratan así de incorporar en sus discursos los cambios de conciencia de la población. Pero el crecimiento sigue estando en el centro del modelo, pero en todos ellos la prioridad sigue siendo el crecimiento. Y cuando hay dilemas éticos lo que marca las decisiones finales es la prioridad.
Para construir alternativas hay que cambiar la prioridad. Y eso es lo que nos plantea FT.
Es significativo que esta encíclica que habla de una fraternidad sin fronteras tenga su punto de partida en el encuentro del papa en Abu Dabi con el Gran Imán Ahmad Al-Tayyeb.
Hay derechos sin fronteras
El primer derecho del migrante debe ser el derecho a no tener que migrar. Pobreza y violencia son el efecto salida: dignidad y derechos no pueden depender de de qué lado de la frontera se haya nacido.
La prioridad de las políticas migratorias de España, de la Unión Europea (por no mirar más lejos) es evitar, a toda costa, la llegada de personas inmigrantes. Y esa prioridad prevalece frente a cualquier debate ético.
No necesitamos teorizar sobre esto. En estos últimos meses el endurecimiento de los controles en la costa norte de Marruecos ha modificado las rutas. La inmigración irregular por vía marítima llega a la costa sureste de la península: Alicante, Murcia, Almería y, fundamentalmente a Canarias. Los datos acumulados que publica quincenalmente el Ministerio del Interior muestran el incremento de llegada de inmigrantes irregulares por vía marítima, especialmente a Canarias. Inmigrantes que llegan por una ruta más larga y peligrosa y que hacen el trayecto en embarcaciones más pequeñas.
La propuesta de Francisco, que es la propuesta del evangelio, es recuperar la fraternidad y construir la amistad social. La fraternidad nos permite ser personas diversas y, sin embargo, iguales en dignidad, libertad, derechos.
Fratelli Tutti describe la fraternidad universal como “una fraternidad abierta, que permite reconocer, valorar y amar a cada persona más allá de la cercanía física, más allá del lugar del universo donde haya nacido o donde habite.”
La llegada de los inmigrantes a nuestras costas es un ejemplo de cómo ahora es el caído del camino el que viene a nuestra puerta. No necesitamos como el samaritano ponernos en camino. Es el caído, el herido el que llega hasta nosotros. Su presencia nos desestabiliza y nos cuestiona. El papa aborda en el capítulo cuarto estas situaciones con un hermoso título: “Un corazón abierto al mundo entero”. Lo hace desde el “derecho de todo ser humano de encontrar un lugar en el mundo donde pueda satisfacer sus necesidades y las de su familia y realizarse integralmente como persona”.
Se trata de otra lógica (cf FT 127) pero entrando en ella es posible aceptar el desafío de soñar y pensar en otra humanidad. Y éste, es el verdadero camino de la paz.
“Que nuestro corazón se abra a todos los pueblos y naciones de la tierra, para reconocer el bien y la belleza que sembraste en cada uno, para estrechar lazos de unidad, de proyectos comunes, de esperanzas compartidas. Amén”
Pilar Trillo, hermanita de la Asunción