Amazonía: un lugar verde entre luces y sombras

Hablar de Amazonía es hablar del pulmón de Colombia, rico en historia y cultura, en biodiversidad, en la herencia de pueblos originarios que se asentaron y tejieron su historia de vida. Es hablar de un lugar donde se construye la relación del hombre con la tierra, las relaciones internas de comunidades y con otros pueblos, las sabidurías ancestrales.


Acercarnos a la realidad de este lugar implica “hacer memoria” de sus orígenes, Para ello es importante conocer algunos elementos de su inicio y cómo a lo largo de los siglos se ha deteriorado la riqueza no solo en biodiversidad sino en relación a sus pobladores. Elizabeth Reichel, profesora de la universidad de los Andes (Bogotá) nos lo expresa “la Amazonía colombiana habría estado habitada por poblaciones humanas desde hace más de 10.000 años. Antes de la conquista ibérica en toda esta gran región había ya numerosos asentamientos adaptados al medio y con capacidad para manejar hábilmente sus sistemas de producción y reproducción de ambientes y ecosistemas, formas de organización social y complejas estructuras de pensamiento y de conocimientos basados en una filosofía de respeto por la naturaleza y por la esencia humana” (ref. Asentamientos prehispánicos en la Amazonía colombiana)


Estos breves aspectos nos permiten comprender cómo a lo largo del tiempo se desdibuja, por factores externos, esta riqueza de vida no solo en biodiversidad de flora y fauna, de bosques y ríos sino en relación con la vida y costumbres de sus pobladores. Nuestros aborígenes nos dan muestras del nacimiento de diferentes tipos de organización social, el valor de lo comunitario, el valor de su fuerza creadora y su capacidad de inventiva para desarrollar procesos de organización social, del uso de medicinas naturales, el respeto por la madre –tierra, la creación de costumbres y estructuras culturales, religiosas, entre otros… Una sabiduría ancestral que a lo largo de los siglos ha dado origen a diferentes tribus, clanes, organizaciones indígenas y campesinas que se han ido extendiendo a lo largo y ancho del país junto con otras regiones y territorios nacientes.


En cuanto su ubicación geográfica, se puede decir que la región amazónica es una de las seis regiones naturales de Colombia. Está ubicada al sur del país, limitando al norte con las regiones Andina y Orinoquía, al este con Venezuela, al sureste con Brasil, al sur con Perú y al suroeste con Ecuador. Comprende cerca del 40% del territorio colombiano y es la zona menos poblada del país. Es la zona más forestal del inmenso campo amazónico a nivel latinoamericano con una superficie de 483.119 Km2. (notas tomadas de Wikipedia.org)


Poco a poco, y como decíamos al inicio, esta riqueza vital ha ido perdiendo sus tesoros nacientes, dando origen a progresivas crisis, originadas por influencias externas, por intereses económicos, políticos, estatales, sociales que afectan toda esta región y producen un grito de amenaza y degradación en sus ciclos de vida y a la vez el reconocimiento y valoración de los esfuerzos de lucha y resistencia de sus pobladores, de gestos solidarios por seguir viviendo.


Particularmente centramos nuestra reflexión en estos últimos 50 años, en donde la violencia ha dejado su huella de dolor, de sufrimiento, de muerte en la Amazonia y al mismo tiempo la confrontación por los poderes dominantes opuestos a las necesidades de los pobladores. En verdad podemos decir que le ha llegado la mala hora a la Amazonía colombiana. Situación muy compleja que conlleva grandes problemas, muchos de ellos desesperanzadores y que parecen conducir al no retorno.


Destacamos algunos de estos factores : cambio climático, aumento progresivo de la deforestación, según estudios, se calcula que en estos últimos 50 años la deforestación ha acabado con el 15% de la vegetación amazónica, teniendo en cuenta que este fenómeno actualmente parece ser el mayor problema ambiental no solo de esta región sino del país. Los incendios forestales provocados por manos criminales y la tala indiscriminada de bosques inciden igualmente en esta muerte forestal. La explotación minero-energética, a través de grandes megaproyectos mineros entregados a diferentes multinacionales, todo ello genera graves afectaciones no solo en los bienes comunes como el agua y las selvas, sino también en la vida cotidiana y comunitaria de los pueblos. La industria maderera, los monocultivos y la demanda por los recursos hídricos con la consecuente amenaza de la riqueza de nuestros ríos al pretender represarlos para la generación de energía eléctrica, la ganadería extensiva, la pesca excesiva, así como la construcción de obras de infraestructura vial, son otros factores que afectan la vida amazónica.


A esto se suma el acaparamiento de tierras por grandes latifundistas, el conflicto armado, que si bien ha disminuido en parte dado el acuerdo de paz con las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia) aún queda un camino largo por recorrer con la guerrilla del ELN (Ejército de Liberación Nacional), grupos paramilitares y desertores de las guerrillas unido a la incertidumbre de un escenario de postconflicto. El desarrollo del narcotráfico que reduce la magnitud de las actividades productivas y amplía el tamaño relativo de la economía ilegal, cultivos de coca y su intervención para destruirlos con las fumigaciones aéreas, la valorización de las tierras y el incremento de asentamientos humanos, la cultura de la colonización, son otros factores que inciden en la desaparición forzada y progresiva de la Amazonía.


El modelo de economía verde y el pago por servicios ambientales igualmente son un gran riesgo de despojos de los territorios bajo las apuestas del conservacionismo, el turismo y las soluciones falsas al cambio climático.


Todo lo anterior trae como consecuencias sociales de riesgo para los habitantes de la zona el desplazamiento forzado, la oferta de mano de obra para desarrollos mineros y agrícolas convirtiendo a sus pobladores en asalariados, la vulneración de los derechos humanos de quienes defienden sus territorios el aumento alarmante de asesinatos de líderes sociales vinculados a procesos sociales y organizativos, como lo expresa la Red Eclesial Pan Amazónica – REPAM – en su informe de enero 22 de 2019 : “Lamentamos afirmar que estamos viviendo situaciones de extrema violencia donde la vida humana se encuentra en riesgo así como la de la hermana-Madre Tierra y sus hijos : los pueblos originarios y campesinos. Y hacemos al mismo tiempo, un llamado a las organizaciones internacionales como la ONU y CIDH para acompañar los procesos de protección y defensa, movilizando a los Estados a ejercer su responsabilidad” afirmado igualmente por el Papa Francisco, en Puerto Maldonado, enero 2018 : “Probablemente los pueblos amazónicos originarios nunca hayan estado tan amenazados en sus territorios como lo están ahora”.


Los grandes problemas impulsan grandes desafíos. Es la mirada esperanzadora de quienes luchan por la vida, por la defensa del medio ambiente, por los derechos humanos de los pobladores de esta bella región amazónica. “Hoy el grito de la Amazonía al Creador es semejante al grito del pueblo de Dios en Egipto (cf.Ex.3,7) Es un grito desde la esclavitud y el desamparo que clama por libertad “(Frei Beto). El clamor de los pueblos por la Paz, por la Justicia y la equidad, por la Defensa de la Vida, el “grito de un planeta herido que se levanta al cielo y clama por su “salvación” (Richard Acosta. Ecología de la tierra), los esfuerzos unánimes de líderes de diferentes contextos sociales : académicos, pastores de iglesias, campesinos e indígenas, defensores ambientales, organizaciones populares, entre otros, despiertan la esperanza de los pueblos aborígenes de esta extensa y rica región amazónica colombiana. Paz con justicia social y ambiental, respeto por los derechos individuales y colectivos, una paz que se construye desde los territorios y no en las grandes ciudades, con sus propias capacidades de organización y movilización, son recursos de vida que posibilitan el “nuevo amanecer” de la Amazonía.


Algunas iniciativas que surgen al interior de los territorios pretender ser alternativas de solución. Se trata de apoyar procesos organizativos y de movilización en defensa de la paz, la justicia social y ambiental, los derechos fundamentales a la vida, salud, educación, empleo y seguridad de los pobladores. Es positivo el empoderamiento que van adquiriendo hombres y mujeres originarios de estas regiones y la acogida a iniciativas que surgen al interior de las comunidades con la convicción que la paz, no se hace en las ciudades sino en y con los territorios, en las poblaciones pequeñas, en los resguardos. Solo los que han experimentado en “carne propia” la guerra son los que tiene mayor legitimidad para hablar y trabajar por la paz, por la justicia y la equidad, por la defensa de la vida todo nivel. El surgimiento de líderes, agentes de transformación y resistencia de los mismos pueblos y territorios es una esperanza y a la vez un reto para que sea protegida su vida contra las amenazas de quienes están en contra de estas iniciativas. Fomentar una educación para la vida que permita a los pobladores tener una conciencia crítica de la realidad local y regional y actuar en consecuencia creando lazos de encuentro Una educación que permita “transformar-transformándonos”


Una luz de esperanza. Los obispos y los representantes de los equipos pastorales de Florencia, S. Vicente del Caguán, Puerto Leguízamo-Solano (Colombia), S. José del Amazonas(Perú) y S. Miguel de Sucumbios (Ecuador) se han unido a indígenas, campesinos, entidades públicas y privadas, para reflexionar sobre oportunidades y desafíos que tiene la Amazonía en la triple frontera de Colombia, Ecuador y Perú. (Ver Manifiesto por la protección y defensa de los derechos del Amazonas – Caritas Colombiana.org)


A modo de conclusión escuchemos al Papa Francisco “Hoy no podemos dejar de reconocer que un verdadero planteo ecológico se convierte siempre en un planteo social, que debe integrar la justicia en las discusiones sobre el ambiente, para escuchar tanto el clamor de la tierra como el clamor de los pobres” ( LAUDATO SI n.49 ) En esta forma nos disponemos a acoger, en actitud de apertura y esperanza, las orientaciones que nos ofrecerá el próximo Sínodo Especial de Obispos para la Región Panamazónica a realizarse los días 6 a 27 Octubre 2019 con el tema : “Amazonía, nuevos caminos para la Iglesia y para una ecología integral” (cf. www.sinodoamazonico.va.


Gloria Hilda Bohórquez Pinto h.a. Comisión JPIC – Colombia



Fuentes consultadas :
1. La mala hora de la Amazonía- www.elespectador.com/medioambiente.Helen Calle.
2. La paz que se construye en la Amazonía- colombia2020elespectador.com
3. Amerindia-es.wikipedia.org
4. Declaración final defensa de la Amazonía colombiana : Un compromiso con la vida y la paz. Noviembre 2016 – censat.org
5. La Amazonía colombiana en la geopolítica regional. Darío Fajardo Montaña
6. Red eclesial Pan Amazónica REPAM – caritascolombiana.org/REPAM

Partage

Editorial

L’heure est d’agir collectivement

Incendies au Chili, colère des agriculteurs en Europe, sécheresse et inondations dans de nombreuses régions du monde, adoption d’un nouvel accord par la COP28 qui

Plus d'articles :

SOEUR NATURE

Sœur nature, Je pleure quand je vois le mal qui t’est fait par tes frères et sœurs humains, Ton sol craquelé par la sécheresse, Tes

EXPERIENCE EN  ESPAGNE

Nom de l’EXPERIENCE 1. Surveiller et prendre soin de la santé environnementale du chemin français de Saint-Jacques de Compostelle. SARRIA (Galice) 2. Conversion écologique, sources

Envoyez-nous un message