¿Cómo podemos llegar a sentarnos en la misma mesa y mirarnos como hermanos después de haber entrado en conflicto? En primer lugar, hay que recordar que los conflictos tienen lugar dentro del marco de una relación , afirma José Carlos Rodríguez Soto. De este modo, las relaciones de vecindad, laborales o familiares pueden generar conflictos. En segundo lugar, si el conflicto es consecuencia de la ruptura de una relación, la paz, solamente, será posible cuando se vuelva a restablecer esa misma relación; entonces se puede recuperar lo que denominamos “relación de confianza”. Este es el camino irrenunciable para una buena cultura de la paz.
Hablar de la cultura de la paz es invocar nuestro estado original o “paraíso”. El plan de nuestro Dios fue maravilloso desde el principio de la creación y las relaciones equilibradas también. “Y Dios vio que todo lo que había hecho era bueno”. Desde la caída de nuestros padres Adán y Eva, surgieron incidentes en las relaciones personales.
Los primeros conflictos aparecieron entre dos hijos de una misma familia, Caín y Abel. ¿Cómo aparecieron? El primero fue por la gestión de la tierra. El bien común, entregado en beneficio de todos, pronto se convirtió en objeto de disputa, por el deseo individualista de poder manipulador y político-religioso de aquellos pueblos. El derecho institucional de la época otorgaba más poder a unos, en detrimento de otros: “El hijo mayor tiene más derecho que el hijo menor”. Era una sentencia inapelable ante la cual todos tenían que callar; como decía los romanos: “Lex dura, sed lex est” (la ley es dura, pero es la ley). En el caso de Caín y Abel, la relación familiar cambió radicalmente, los dos hermanos se convirtieron en enemigos, uno frente al otro.
Con esa visión de derechos y privilegios individualistas se miró equivocadamente Caín ante Dios. Esta auto-mirada no es nada más que un conjunto de percepciones de lo que cada uno, en pleno conflicto, piensa de su rival . Pero Dios reveló su visión universal inspirada por el deseo del bien común, por encima de privilegios individuales. Nuestro Creador mira el corazón antes que los derechos que tenemos los hombres. Aceptó la ofrenda de Abel, rechazando los frutos del campo que ofrecía Caín.
Desde los tiempos de Caín y Abel hasta hoy, el poder político no ha evolucionado mucho en la solución de los conflictos entre los hombres. Como en el caso de Caín, una de las limitaciones del poder ha sido siempre organizar el mundo desde la defensa del interés de los más fuertes.
Hoy día, el planeta mantiene numerosos enfrentamientos alimentados, entre otros motivos, por disputas relativas a fronteras entre dos naciones, entre dos tribus, grupos étnicos o religiosos, etc. La guerra entre países y tribus ha dejado tras sí enemigos acérrimos, incapaces de mirarse a los ojos, de comer juntos, de caminar juntos, de trabajar juntos…no hay relación de confianza.
Deseamos que el Secretariado Internacional de Justicia, Paz e Integridad de la Creación (SIJPIC) busque la claves para la correcta interpretación de los conflictos y un modelo de camino para la reconciliación, tanto de sus miembros como también de sus interlocutores que sufren en su cuerpo y en su alma las consecuencias de la rivalidad, la enemistad y el enfrentamiento entre pueblos.
Sería una herramienta eficaz para alcanzar una relación de confianza. De esas claves, Jesucristo debe ser el principal inspirador. Él construyó un solo pueblo con su sangre derramada en la cruz; en su propia persona, nuestro Redentor eliminó el odio (Ef. 2,13-18). San Pablo, antes de su conversión llamado perseguidor de los cristianos, convirtió sur odio en una relación de confianza, que le llevó a tratar a los cristianos como sus propios colaboradores en el anuncio del Evangelio de Jesucristo a judíos y paganos.
Philippe MUHINDO NDUNGO, a.a.
JPIC Madrid/España
RODRÍGUEZ SOTO J.C., Por una cultura de paz, Resolución de conflictos y mediación, ed. PPC, Madrid 2012, p. 14.
RODRÍGUEZ SOTO J. C., Ibidem, p. 22.