Trigo maduro

Mi ración de pan

Fue uno de los pocos Objetivos del Milenio (2000-2015) alcanzados: las personas  viviendo en pobreza extrema se redujeron en ese periodo en más de la mitad, cayendo de 1900 millones en 1990 (36% de la población) a 836 millones en 2015 (10% de la población).[1]

Pero el ritmo del cambio se está desacelerando y la crisis del COVID-19 corre el riesgo de revertir décadas de progreso en la lucha contra la pobreza.

Más de 700 millones de personas (10% de la población mundial) siguen viviendo en la pobreza extrema hoy en día, luchando por satisfacer las necesidades más básicas como la salud, la educación y el acceso al agua y al saneamiento, por nombrar algunas. La mayoría de las personas que viven con menos de 1,90 dólares al día viven en el África subsahariana. En todo el mundo, la tasa de pobreza en las zonas rurales es del 17,2%, más de tres veces superior a la de las zonas urbanas[2]

La invasión rusa de Ucrania ha venido a empeorar, aún más, las perspectivas de mejora.Tanto Ucrania como Rusia desempeñan un papel importante en los mercados alimentarios mundiales. Son exportadores netos de varios de los principales cultivos de cereales: trigo, maíz y cebada. Ambos son también exportadores dominantes de aceite de girasol, uno de los principales aceites vegetales del mundo. Algunos países, como la India, dependen en gran medida de las importaciones de aceite de girasol para abastecerse de alimentos.

Ucrania y Rusia suministran más de dos tercios de las importaciones de trigo a Egipto, Libia y Líbano. En el caso del maíz, la dependencia de Ucrania y Rusia tiene un mayor alcance geográfico, ya que los países de Asia oriental y Europa también importan una gran parte de ellos[3].

Esta situación de carestía está condicionada por muchos otros factores vinculados al cambio climático. Sequías e inundaciones, junto con otros fenómenos meteorológicos extremos, se suceden y condicionan las cosechas en todo el planeta. Tres años de sequía han convertido el sur de Madagascar en una zona de hambruna permanente.

Ya pesar de todo esto, al mismo tiempo y en el mismo planeta, los 10 hombres más ricos del mundo han doblado su fortuna durante los años de pandemia[4].

Por eso quizá no es cuestión de recursos, tal vez lo sea más de su reparto desigual, escandalosamente desigual, criminalmente desigual.

Bartolomé de las Casas se convirtió al encontrarse con este texto de Eclesiástico 34, 21-22:

“La vida de los pobres depende del poco pan que tienen; quien se lo quita es un asesino. Mata a su prójimo quien le arrebata el sustento; vierte sangre quien le quita el salario al jornalero.”

La civilización de la sobriedad compartida es la solución para el planeta y para la historia. Ello implica que los ricos sean muchos menos ricos para salvar a la humanidad, al planeta…y a los propios ricos.

Puede parecer una propuesta ingenua, necedad humana. Pero es sabiduría de Dios. Se acerca el tiempo del Espíritu. Pidámosle que nos limpie la mirada y enderece nuestros senderos.

No me des riqueza ni pobreza, concédeme mi ración de pan; no sea que me sacie y reniegue de ti, diciendo: ¿Quién es el Señor?; no sea que necesitado robe y abuse del Nombre de mi Dios. [12 Pr 30, 8-9)

Pilar Trillo, hermanita de la Asunción


[1] Objetivos de Desarrollo Sostenible. Informe de 2015. Naciones Unidas. https://www1.undp.org/content/undp/es/home/librarypage/mdg/the-millennium-development-goals-report-2015/

[2] https://www.un.org/sustainabledevelopment/poverty/

[3] https://ourworldindata.org/ukraine-russia-food

[4] https://www.oxfam.org/en/research/inequality-kills

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