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Hagamos el bien a todos

Este siglo XXI no deja de sorprendernos.

Las pandemias  nos parecían fotos del pasado, de un mundo en blanco y negro, realidades de cuando la ciencia no había aún avanzado “lo suficiente”. Y, sin embargo, se cumplen en estos días dos años de aquellos confinamientos que nos devolvieron la certeza de nuestra increíble fragilidad. También nos mostraron la fortaleza que vive en la solidaridad y nos recordaron el cuidado mutuo como estrategia.

Apenas afloja la soga de la pandemia, nos asalta la guerra. Siempre ha estado ahí pero, visto desde Europa, ésta nos coge más cerca y despierta fantasmas de otros tiempos. Después de la Segunda Guerra Mundial creímos aprendida la lección y, con muchísimas carencias, Europa se organizó para el “nunca más” la guerra.

Y de nuevo, como en la pandemia, la solidaridad se despierta para paliar, aliviar, sostener a los vulnerables, a las víctimas. Pero ahora, como entonces, los “nuestros” aquellos a los que incluimos en el nosotros de nuestra solidaridad y nuestra empatía tienen un perímetro bien marcado.

No hacen falta grandes análisis para ver la doble vara de medir entre refugiado y refugiado dependiendo de si es blanco o no, de si es cristiano o no, de si llegan desde el este o desde el sur.

Conmovida, y orgullosa de pertenecer al género humano, veo estos días la generosidad en abrir fronteras y casas para acoger a quienes huyen para salvar su vida. Una solidaridad transversal que va desde los gobiernos de la UE que les facilitan estatuto de refugiado, regularización directa y permiso de trabajo; hasta los municipios y los particulares que organizan caravanas de coches para recoger a los que llegan y traerles a un lugar seguro.

Es la misma generosidad que echo en falta cuando el ser humano que llega: hombre, mujer, niño tiene otro color de piel, otra religión, unas costumbres y modos de vida que nos son más extraños.

Nos urge revisar el contenido de “nosotros”. Revisarlo y agrandarlo, como nos recordaba hace poco el papa Francisco.

«No nos cansemos de hacer el bien, porque, si no desfallecemos, cosecharemos los frutos a su debido tiempo. Por tanto, mientras tenemos la oportunidad, hagamos el bien a todos»  (Ga 6,9-10a)

Mensaje de Cuaresma 2022 papa Francisco

Pilar Trillo, hermanita de la Asunción

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